
PUEBLO CHICO
Kurt Cobain nació en una pequeña ciudad de Washington, Aberdeen. Cuando pudo gritárselo al mundo, Cobain afirmó que ese lugar era el infierno y que lo despreciaba: la quintaesencia del pueblo pequeño americano y puritano, el paraíso de la “basura blanca”, con profusión de trailers, alcohólicos y desempleados, material humano para Jerry Springer. En una biografía para Nirvana que escribió cuando buscaba sello discográfico (y que nunca fue publicada), lo describía así: “El vocalista de Nirvana nació en Aberdeen, cuya población consiste en rednecks prejuiciosos que comen y matan ciervos, les disparan a putos y drogadictos y no les gustan los raritos ni los modernos”. Pero el propio Cobain confesó que su infancia fue bastante feliz: su padre, Don, trabajaba en una maderera, su madre Wendy estaba en casa. La familia era pobre: sus abuelos paternos, Iris y Leland, vivían en un trailer, y a los Cobain jóvenes les costaba pagar el alquiler.

Eventualmente volvería a vivir con su padre, pero nunca volvió a tener una relación con él. Años después, en un collage que cubría dos páginas de su diario, escribió sobre la foto de su padre: “Papá: me hizo vender mi primera guitarra. Quería que fuera deportista”. En la canción “Serve the Servants” de In Utero le escribió “Traté de tener un padre/ pero tuve un papi”.
KURT REVISIONISTA
En “Something in the Way”, la canción que cerraba Nevermind, Kurt Cobain aseguraba que, después de haber sido echado de su casa, dormía bajo un puente, el Young Street Bridge. La verdad es, según narran todos sus amigos en las entrevistas concedidas a Charles Cross, Kurt jamás hizo tal cosa. “Hubiera sido imposible”, dice Krist Novoselic, bajista de Nirvana, que conoció a Kurt en la secundaria. “Iba ahí a fumar marihuana, pero nunca pasó una noche ahí. No era posible, con las orillas embarradas y la marea que subía hasta que no quedaba un lugar seco. Eso fue revisionismo.” La verdad, sin embargo, es igualmente desoladora: en sus meses sin hogar, Kurt durmió en una caja de cartón que alguna vez había envuelto una heladera, y más tarde eligió pasillos de departamentos que tenían calefacción central: escapaba por la mañana, antes de que los vecinos se levantaran. Cuando fue descubierto, Kurt decidió que lo mejor sería pasar las noches en la guardia del hospital de Grays Harbour, el mismo donde había nacido diecisiete años antes. Fingía ser pariente de algún enfermo, miraba TV hasta que se dormía, y ordenaba comida a habitaciones vacías para poder cenar.No fue su única mentira. Kurt insistía en que la primera banda que vio en vivo fue Black Flag. En realidad, fue Van Halen, y le encantó al punto que se compró una polera y la estrenó en la escuela.
Kurt solía contarle a cuanto periodista se le pusiera delante que compró su primera guitarra con el dinero que obtuvo de vender armas. Su madre tenía varios rifles, y planeaba usar uno de ellos para matar a su segundo marido, el padrastro de Kurt, que solía golpearla. Una vez, tras una tormentosa reconciliación, ella tiró las armas al río Wishkah, en compañía de su hija Kim. Al otro día, Kurt le pidió a su hermana que lo ayudara a encontrar las armas, y las vendió. Pero sólo se compró un amplificador, porque ya tenía una guitarra. Por qué decidió narrarlo así es fácil de entender: un punk suburbano, menor de edad, que cambiaba armas por su instrumento, es una historia mucho más mítica. Pero muchos creen que el libro de Cross desmitifica al Cobain sincero, crudo, en estado de pureza y lo convierte en un publicista preocupado por reescribir su historia y manipular o inventar su imagen pública. En fin, se lamentan porque convierte a Kurt en una estrella de rock, mucho más preocupado por la leyenda que se construye a su alrededor que por lo que realmente pasaba en su vida. Los fans son injustos: Kurt quería parecerse a lo que había soñado, y ésa es una forma mucho más compleja, pero también mucha más peligrosa.